ESTATUTOS DE LA DISIDENCIA
La muestra individual "Estatutos de la disidencia. Una retrospectiva menor de Felipe Rivas San Martín" tuvo lugar entre el 29 de septiembre y el 29 de noviembre de 2020 en galería Factoría Santa Rosa en Santiago de Chile.
Curatoría: Antonio Urrutia Luxoro Textos: Juan Pablo Sutherland y aliwen. Registro fotográfico: José Miguel Araya textos de salaI El estatuto artístico y político
Antonio Urrutia Luxoro A modo de operación retrospectiva menor, Estatutos de la disidencia se remonta a los inicios del cuerpo de obra del artista y activista sexodisidente Felipe Rivas San Martín, incluyendo producción reciente e incluso inédita. Son 13 años caracterizados por la continuidad de un trabajo que refleja el transcurso del contexto político y social chileno, donde progresivamente se ensayaron estrategias de negociación, que visibilizaron y ocultaron sus posibles desbordes y desacatos, marcados por el desarrollo evolutivo, transnacional y corporativo de las tecnologías de la información y circulación digital de las imágenes. Conocido es el leit motiv de Alfredo Jaar sobre su trabajo artístico: No pienses como artista, piensa como un ser humano. Cuando a propósito de la relación entre arte y política, se aproximan las voces de dos de sus agentes constitutivos –artistas y activistas- se llega a un punto ciego que aparentemente confirma la nitidez del contorno entre ambos campos de transformación de lo real. A esa zona opaca (estatutaria y disidente) se debería la “y” de la contracción conceptual entre Arte y Política. Ya que pese a los evidentes efectos políticos de la circulación de sus imágenes, los artistas defienden la autonomía de su trinchera como un pretexto político para la reflexión estética, en simultáneo a que pese a los evidentes efectos estéticos de sus imágenes, los activistas defiendan la potencia política de su labor artística. El problema taxonómico que subyace a la nominación y clasificación del cuerpo de obra de Rivas San Martín, consiste en la ambigüedad (travesti) de su campo de acción: ¿Es arte y/o política? El estatuto disidente, persistente y continuo de la trayectoria artística y activista de Rivas San Martín se ubica en la “y” de aquella contracción. El estatuto artístico y político de Rivas San Martín es la “y” de la relación entre Arte y Política. II El estatuto mnemotécnico de la memoria homosexual Juan Pablo Sutherland Una tanqueta militar sobre un fondo multicolor que identifica a la bandera gay, la escenificación de la igualdad como ficción política o un asalto corporal y simbólico a las retóricas tradicionales de la izquierda ponen en cuestión el estatuto de la politicidad del reportorio representacional tanto de lo gay como de lo nacional. Uno y otro enfrentándose en lo universal y lo identitario como parte de un régimen de fagocitación mutua, porosa y permeable. En complementariedad a este registro, el recorte escenográfico de las infancias agraviadas exhibe el puzzle de la nación adulto-céntrica legitimada por la burocracia. La infancia inscrita en el cuadro nacional-estatal (JUNJI) y respaldadas por la “ideología de género” (versión contrainsurgente y conservadora en respuesta a los avances de las políticas del feminismo y disidencia sexual en el mundo) dosifican la memoria de la nación desde la institucionalidad estatal de la infancia serializada y pobre. El puzzle se presenta como la hipérbole del recorte de la infancia y su enajenación en la política pública. Desde diversas operaciones y procedimientos, Felipe Rivas San Martín gestiona un levantamiento de la memoria y el archivo identitario que tensa por una parte iconografías sometidas a una estetización y/o estatización de lo homosexual convertido en una zona en disputa. En otra frontera del mismo territorio, el fetichismo de la ideología, la monumentalidad de la imagen del presidente Allende y su permanencia espectral como signo de la utopía política del siglo XX es una inscripción difícil de borrar. III El estatuto de la interfaz aliwen Rivas San Martín agencia las prácticas pictóricas o de reproducción técnica para oponerse (en varios estratos) al lenguaje binario, considerando la resistencia sexo-disidente como imbricada dentro de la inmanencia del código di-gital, de los dos dígitos. Así percibo sus cavilaciones artísticas sobre el reconocimiento identitario-facial en las interfaces de redes sociales, o en su relectura de los códigos QR como códigos queer. Así emerge la potencialidad política de volver ilegibles los lenguajes de la resolución cibernética (la turbulencia hacker del empaste tumefacto) en relación a las constelaciones de visibilidad que son los algoritmos de la internet. O la fijación de los toques de un avatar llamado «Intimidad», cuya virtualidad es casi indescifrable. O un feto cuya imagen queda plasmada en el ciberespacio antes siquiera de desarrollar capacidad alguna de consensuar, mucho menos contestar la imposición del sexo y del género que le será hipotecada al nacer si es que aquel embarazo resulta viable. El acople de referencias simbólicas nos remite a la tendencia estilística tecnobarroquista de Rivas San Martín, que establece una crítica a las estructuras verticales desde un hedonismo que visiona las enormes capacidades de nuestra época para las comunidades dizque minoritarias si es que agenciamos nuestra propia alfabetización digital. |